... Otras veces, cuando la luz del sol se ponía en el horizonte, él se sentaba en la orilla del mar y se desaparecía en el ocaso.
La brisa alimentaba sus pulmones, se relajaba su entorno, se silenciaba la tarde en sus oidos y siempre le amanecía una sonrisa imposible. Era una sensación de ingravidez, un vuelo en cielo abierto, una caida libre hacia las sensaciones sin nombre.
Y de nuevo el recuerdo llegaba a su puerto junto a la última ola de la tarde, esa que trae el reflejo de la luna junto a los pies bañados por la espuma tibia y serena de la mar...
La mar, gigante inmenso de habitantes sin rostro, de silencios acuáticos, de continentes perdidos, de sirenas y atlantes...
La mar, invernadero de nostalgias y tristezas...
La mar...
la mar... :) si...
ResponderEliminarEl recuerdo es lo unico que queda, aveces. Un placer leerte. Saludos, cuidate.
ResponderEliminarPrecioso texto... Felicidades por tu blog.
ResponderEliminarUn saludo desde mis Amanteceres.
La Mer, comme Debussy, un beso.
ResponderEliminarBonito, excelente diría.
ResponderEliminarLa mar siempre trae recuerdos, a veces traiciona.
Un saludo.
Dejo aquí mi blog por si quieres pararte a verlo http://ahoraquenosbesamostandespacio.blogspot.com/
Te sigo :)