Desde que marchaste...

Y a pesar de todo...
la vida sigue,
como sigue el canto de los pájaros
en el alero del tejado,
como cada mañana amanece ese rayo de luz
en mi ventana...
A pesar de todo sigo amaneciendo en tu recuerdo
en tus blancos cabellos y tus silencios.
Y aunque parezca haber perdido el timón,
aunque la deriva me desvele,
sigo a tu pequeña mueca sonriente
en el retrato de la alcoba,
y al mirar tus ojos,
me arrancan un pensamiento de paz
que enciende el motor de un nuevo día.
Y a pesar de todo...
te llevo siempre conmigo...
como yo contigo.

Como tantas veces...

Ahora apenas sale el sol, la gente calla…

En el ir y venir de mi pensar pasa la tarde 

y el sol se pierde de nuevo, 

como cada atardecer sin su sonrisa.

Fría, la ciudad se abandona a la noche,

y yo, aún no te recuerdo entre el vaivén de las nubes sobre el tejado.

El placer de esta oscuridad y los sonidos del silencio

me atrapan en un sueño tibio,

en un ir y venir de recuerdos e imágenes del ayer

que ahora regresan como fantasmas 

tras la espesa niebla de este invierno 

que me atrapa en sus tristezas…

El corazón yace a mi lado.

Acostumbrado a un sentimiento ajado, de abandono…

Nos miramos con lágrimas recién nacidas

y respiramos este viento umbrío y helado 

que ahora nos conmueve después de tanto tiempo...

Aislados el uno del otro.

Como tantas veces,

como tantos recuerdos que aún compartimos…

Siempre contigo...

A nostalgia sabe el resto de este día que asoma,
que aflora lentamente por entre los rayos
de estos haces de luz que calientan mis párpados
a través de los cristales de la ventana
por donde viajan mis silencios, mis recuerdos,
por donde vagan mis soledades sin rebaño,
por entre las rocas de este azul de cielo incierto
que se despeña como caballo malherido,
con los ojos desiertos, mirando a ninguna parte,
descabezado, con las crines sin vida,
sobre el lecho aún caliente por tu estancia pasajera,
por tus caricias de ángel caido,
por tus silencios, a mi vera,
a los cuidados de esta locura inmensa
que me embarga noche a noche, día a día,
por entre los destellos de luz que ahora recuerdo
como si fuese hoy mismo, hoy, hoy ...
como un silbido al otro lado del valle,
pastoreando tus cabellos, aquí a mi lado,
sobre mis hombros, entre mis dedos,
calmo mis labios con tus labios,
con tus miradas de colores,
de brillante luz de día,
que me despierta junto a un nuevo amanecer,
que me renace tanto como tenerte,
así como pensarte,
a solas y a golpe de reloj pasan las horas junto a tí,
tan junto y solo, tan solo y siempre junto a tí.

Directo a tí...

Se me atasca la vida, tanto como la tristeza.
Prisionero en estas lágrimas que me brotan desde tan dentro del alma...
que no oigo otra cosa que el fluir de este profundo silencio que me embelesa.
Al corazón directas, al corazón estas palabras que te escribo desde aquí,
desde la brisa del mar anochecido,
desde la calma intensa de cielo de tarde estrellado,
a la luz de un cigarrillo que se acaba,
a la luz de otro silencio mas que ahora guardo en mi mochila
junto con las notas y las cartas que alguna vez te escribí,
junto con los recuerdos de ahora y siempre,
junto a mí, que me llevo a mi lado,
siempre y sólo conmigo,
como cuando te fuiste...

Mi vida...

Quiero ser artista desde aquí,
desde donde me encuentre,
desde donde me halle.
Quiero ser artista y retratar los sentimientos que mueven mis manos,
que erizan mi piel, que alimentan mis días, mis letargos de ilusión,
de tan escondida orilla desde donde te hablo.

Mi casa,
la calma,
mi alma,
tu aliento,
la brisa en mi cara,
el viento en mi pelo,
las noches amargas ó dulces las siento
desde las hondas entrañas,
y advierto en mi llanto que mi corazón
de espanto va muerto entre las miserias de la vida,
que hunden los muros de mi singular retiro,
de mi escalada hacia el silencio,
hacia la mirada cómplice de la que prometo no despertar jamás,
de la que alimento día a día,
noche a noche,
pulso a pulso,
sueño a sueño,
beso a beso,
mis besos en los tuyos, como tanto sueño...
Esta es mi vida en una palabra.

Otoño de nuevo...

Hoy todo suena a silencio... Todo excepto el rumor de la lluvia que siento caer ahí afuera.
Ese color gris de lluvia que despierta en mí la nostalgia y la tristeza que acompañan los recuerdos...
Recuerdos que ahora llegan entre el deambular de pensamientos que recorren mi despertar a deshora.
Cierro de nuevo los ojos queriéndome invadir de sueño, queriendo dar oscuridad total a mis ideas, descansar este intelecto que a veces ahoga, estremecerme entre las sábanas en gran silencio y apartarme los recuerdos para la hora del café...
Es otoño... Este otoño de nuevo que me llegó por sorpresa, esta vieja sensación de caer de entre las ramas al frío suelo, golpeando mis aristas con las tuyas, desvaneciéndonos en la mañana, entrelazando nuestros apéndices mientras caemos, flotando entre sueños recién venidos...
Entre fríos colores, viejos colores de antigua estación que ahora abordo de nuevo, como cada año, desde que me recuerdo.